viernes, 28 de marzo de 2014

¿Por qué sangran las encías en el embarazo?


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La gingivitis, una afección frecuente durante el embarazo, es una forma de enfermedad periodontal. Sus síntomas son: enrojecimiento, inflamación y sangrado de las encías al comer o cepillarse los dientes o pasarse el hilo dental. Llagas en la boca y un sabor desagradable que no desaparece también podrían ser síntomas. Hay que acudir al especialista en estos casos para un correcto diagnóstico.

La higiene bucal se convierte en un tema de vital importancia en el embarazo ya que debido a los cambios hormonales que se llevan a cabo, el cuerpo reacciona de manera distinta hacia las bacterias que provocan las enfermedades de encías.

La bacterias fácilmente se acumulan y provocan gingivitis, este tipo de inflamación de encías ha sido estudiado independientemente de todas las enfermedades de encía, y se le ha llamado Gingivitis del Embarazo (GE) y ocurre en el 60 al 75% de las mujeres embarazadas. Es frecuente que inicie en el segundo o tercer mes de embarazo pero su severidad se incrementa en el segundo trimestre; las encías se hinchan, huelen mal, duele tocarlas, sangran al menor estimulo y por lo general empeora la situación porque la futura madre no tiene una técnica de cepillado eficiente. Las bacterias que causan la Gingivitis y Periodontitis viven en el surco gingival, un espacio entre el cuello del diente y la encía. Las bacterias del surco gingival tienen acceso al torrente sanguineo y fluyen por el cuerpo de la mujer embarazada.

Usualmente la gingivitis no trae aparejado riesgo alguno, a menos que no se la trate a tiempo.

Por regla general desaparece tras el parto, pero conviene tenerla bajo control para evitar que degenere en periodontitis, una enfermedad que deja sin soporte al diente hasta provocar su caída. De ahí que los odontólogos recomienden hacerse dos revisiones de la boca durante el embarazo, una en el tercer mes de gestación y otra en el sexto.

Hay varias razones que hacen que la gingivitis sea tan frecuente durante el embarazo :

  • El incremento del flujo sanguíneo que se produce durante le embarazo es el causante de que las encías se inflamen y duelan, e incluso que sangren, aumentando el riesgo de padecer gingivitis.
  • También juega un papel importante el el riesgo de desarrollar gingivitis durante el embarazo el aumento de los niveles hormonales en esta etapa: Las hormonas implicadas en el embarazo estimulan la retención de líquidos por parte de los riñones para conseguir aumentar el volumen de sangre de la mujer. De este modo, una mujer embarazada tiene hasta un 40% más de fluidos en su cuerpo, lo que aumenta la cantidad de líquidos en todas las células del cuerpo de la mujer, incluidas las células del tejido de las encías. Este incremento de los líquidos de las células del tejido de la encía puede contribuir a la aparición de gingivitis. El flujo creciente de sangre puede hacer que las encías estén más sensibles e inflamadas. Estas mismas hormonas pueden hacer que la boca de una mujer embarazada sea más vulnerable a las bacterias y la formación de placa, las cuales también aumentan la sensibilidad de las encías durante el embarazo. Durante el embarazo el organismo produce una hormona, la relaxina, cuya misión es relajar las articulaciones de la gestante para facilitar el parto. Su efecto, como es lógico, también llega a los ligamentos periodontales de la boca, los que unen los dientes con el hueso. Esto hace que se produzca una pequeña movilidad de las piezas dentales, facilitando la entrada de restos de alimentos entre los dientes y las encías, y originando la inflamación de éstas. Si no se lleva a cabo una correcta limpieza bucal, esos restos de alimentos se convertirán con el tiempo en sarro (placa amarillenta y dura) y se introducirán cada vez más, pudiendo dejar al diente sin soporte. El aumento de prolactina y de estrógeno en el embarazo hace que algunas mujeres en período de gestación sean más suceptibles a problemas odontológicos como la gingivitis y las caries. Aunque no se pueden evitar el incremento de estas hormonas, si se puede prevenir la aparición de las enfermedades bucales durante el embarazo y atacarlas a tiempo si llegan a aparecer. Una correcta salud bucal previa y un constante chequeo en el odontólogo son claves en la salud bucal durante el embarazo.
  • Un factor menos relevante (y que no en todos los casos está implicado) serían las náuseas durante el embarazo, que podrían provocar en algunas mujeres la aversión hacia la pasta dental o a una higiene profunda de la boca, ya que le provocaría vómitos.
  • En el caso de que las náuseas vayan acompañadas de vómitos, el incremento de los vómitos durante el embarazo también puede perjudicar las encías. Ello es debido a que el ácido estomacal del vómito podría llegar a carcomer el tejido de las encías y el esmalte de los dientes, haciendo que la boca se vuelva mucho más sensible.
  • La congestion nasal que durante el embarazo puede provocar el exceso hormonal que inflama las mucosas nasales podría conllevar una respiración frecuente por la boca. La respiración oral habitual aumenta el riesgo de gingivitis y de caries.


¿Qué hacer para evitar la gingivitis del embarazo?
Antes de que la mujer se embarace tiene que acudir con el Dentista para que le realice una limpieza dental profunda. Es muy importante que el Dentista revise la técnica de cepillado y el uso correcto del hilo dental de la futura Mamá.
Una vez embarazada acudir de nuevo al Dentista en el segundo trimestre para que se evalúe su salud bucal, también para volver a hacer una limpieza dental profunda. En esta cita el Dentista pude prescribir algún enjuague bucal que ayude a mitigar las molestias de la encía.
Seguir una dieta sana y bien balanceada. Incluír alimentos fibrosos con bajo contenido de azúcar que promuevan un masaje de encías mientras se mastican. También se deben evitar los alimentos y bebidas que contengan azúcar refinada en grandes cantidades, y en cualquier caso lavarse los dientes inmediatamente después de consumirlos.
Evitar los enjuagues bucales que contengan alcohol.
Dejar de fumar.
Es importante tomar suficiente cantidad de vitamina C en la dieta, ya que ésta fortalece las encías y reduce el riesgo de sangrado.
Tomar la cantidad suficiente de calcio cada día para mantener los dientes sanos y fuertes.
Cepillar los dientes después de cada alimento, incluyendo los antojitos entre comidas. Utilizar el hilo dental una vez al día. El cepillado en la embarazada ha de hacerse a conciencia. Para llevarlo a cabo correctamente hay que seguir estos pasos:

  • Con un cepillo de cabezal pequeño, sin mojar y sin pasta dental, debe realizarse un barrido desde la encía hacía el diente, en sentido vertical y sin levantar el cepillo; hay que limpiar la cara interna y externa de todas las piezas.
  • Una vez terminada la operación de barrido, se procede a la limpieza con pasta dental: se coloca una pequeña cantidad en el cepillo y, sin mojar con agua, se limpia desde la encía hacia el diente, también en sentido vertical, en la parte interna, externa y oclusiva (zona que muerde) de todas las piezas; al terminar se escupe la pasta, pero no se enjuaga la boca con agua, de esta forma las propiedades de la pasta permanecen durante más tiempo en la boca. La pasta dental no debe ser abrasiva y sí algo fluorada, la mejor es la que venden en farmacias.
  • El cepillo de dientes debe ser suave para causar menos irritación de las encías.
  • Realice enjuagues de agua tibia con sal diaria o periódicamente (1 cucharadita de sal por cada vaso de agua).

Después de vomitar hay que evitar cepillarse los dientes inmediatamente después, se debe de diluir los ácidos gástricos haciendo enjuagues bucales. Esto ayudará a evitar que el ácido del vómito ataque los dientes. Una vez que se han hecho enjuagues proseguir con el cepillado normal esperando aproximadamente una hora antes de hacerlo.

¿Puedo recibir tratamiento dental durante el embarazo?
Durante el primer trimestre los órganos del bebé se están formando y es una etapa crítica de su desarrollo. Los procedimientos que no son urgentes se deben de postergar hasta el segundo trimestre o bien, hasta que nazca el bebé. En el segundo trimestre se pueden realizar procedimientos de urgencia o bien, las limpiezas de control con mínimo riesgo.
En el tercer trimestre no es recomendable ya que el sillón dental es muy incómodo y permanecer mucho tiempo acostada sobre la espalda puede ser inconveniente tanto para la madre como el feto.

Si existe sarro, el odontólogo lo quitará mediante una limpieza mecánica y, si considera que el problema es agudo, recomendará el uso de algún producto que contenga clorhexidina. En el mercado se puede encontrar en forma de pasta (para gingivitis leve) o gel (gingivitis grave). No se recomienda utilizar estos productos más de quince días seguidos, ya que pueden ennegrecer los dientes y alterar la flora bacteriana de la boca.

Si ya tenemos gingivitis, el mejor tratamiento para curar la enfermedad de las encías sería realizarse una limpieza bucal completa en el consultorio del dentista, aparte de seguir una correcta y frecuente higiene bucal. La gingivitis avanzada también podría llegar a requerir una técnica de limpieza especial, como el alisado radicular, proceso durante el cual se remueve completamente la placa presente en las raíces de los dientes.

En cualquier caso, recordemos que con las pautas citadas anteriormente la gingivitis durante el embarazo es muy fácil de prevenir, y nos ahorraremos preocupaciones y complicaciones innecesarias en estos momentos tan importantes para nuestra salud.

¿Qué condiciones se deben evitar cuando se planea tener un bebé?
Muelas del juicio en mala posición, cariadas o que se haya postergado su extracción.
Dientes cariados.
Empastes quebrados o que provocan dolor al tomar bebidas frías, calientes, al masticar o bien, sin razón aparente.
Gingivitis o Periodontitis.
Malos hábitos de higiene (cepillado dental deficiente y falta de uso del hilo dental).
Tratamientos dentales interrumpidos (cambio de empastes, endodoncias incompletas, etc).

Es una sabia decisión eliminar todo foco de infección o situaciones que pueden dar paso a problemas dentales. Si la mujer tiene muelas del juicio que empiezan a doler o que el dentista considera serán un problema durante el embarazo deberán ser extraídas. Los dientes cariados deben de ser tratados y los empastes antiguos deben de ser aprobados para seguir en la boca o bien, ser reemplazados por unos nuevos. Si alguna endodoncia fué interrumpida hay que finalizarla.

Otro problemas bucales relacionados al embarazo 
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El Tumor del embarazo ( granuloma piógeno o épulis). Se observa como una bolita en la encía que sangra y duele mucho. Este tumor es provocado por la irritación que causa la placa dentobacteriana, es decir, una capa delgada de bacterias adherida al diente . Es un tumor beningno pero se debe de tratar y que es muy incómodo.


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Si la gingivitis no se controla puede conducir a una forma más grave de la enfermedad periodontal llamada periodontitis. La periodontitis durante el embarazo aumenta el riesgo de parto prematuro, de bajo peso al nacer o de preeclampsia.


¿Por qué es importante tratar la gingivitis del embarazo?
Se ha estudiado la relación entre los nacimientos de bebés de bajo peso o prematuros con la presencia de enfermedades de encías en las mujeres.
Cuando la madre tiene excesivas cantidades de productos toxicos liberados por bacterias en la sangre se inicia una respuesta de liberación de prostaglandinas que pueden provocar contracciones del útero e inducir un parto prematuro.
Además, una vez que nace el bebé no es raro ver como Madre e hijo comparten la misma cuchara a la hora de la comida. Si la madre tiene dientes cariados o inflamación de encías le estará compartiendo algunas de sus bacterias que se encuentran en la saliva.
Un estudio publicado en la revista Journal of the American Dental Association encontró que las mujeres embarazadas con enfermedad periodontal crónica tenían entre 4 y 7 veces más probabilidad de tener un parto prematuro y bebés con bajo peso al nacer que las madres con las encías sanas.
Sin embargo, algunos de los estudios más grandes y recientes, incluyendo un estudio que se llevó a cabo en varios centros publicado en 2009 en American Journal of Obstetrics and Gynecology, no ha encontrado una conexión entre una enfermedad de las encías y estas serias complicaciones del embarazo.


lunes, 24 de marzo de 2014

Pie Zambo ¿y eso qué es?

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El pie equino varo también conocido como pie zambo (talipes equinovarus  - TEV) es un defecto de nacimiento, en el que el pie se encuentra en punta (equino) y con la planta girada hacia adentro (varo).
Sin tratamiento, las personas afectadas frecuentemente aparentan caminar apoyados en sus tobillos.
Es un defecto común de nacimiento, y ocurre en aproximadamente 1 de cada 1000 nacimientos. Aproximadamente el 50% de los casos de pie equino varo son bilaterales (o sea, sucede en ambos pies). En muchos casos hay una incidencia  de dismelia aislada (trastorno del desarrollo de las extremidades. Las extremidades son mas cortas de lo normal o se da ausencia o atrofia de los huesos). La incidencia en varones es más alta que en las mujeres.

Causa

Las distintas teorías hablan de una causa genética o familiar, de una causa mecánica, por falta de espacio para la formación del feto durante el embarazo, o bien de una detención precoz en el crecimiento del pie que hace que sus huesos no lleguen a ocupar su posición y forma correcta.
En ocasiones se encuentra asociada a niños que sufren enfermedades neuromusculares, y aunque éstas son poco frecuentes es conveniente la correcta exploración del recién nacido para descartarlas.
El pie equino varo congénito idiopático se presenta en niños por lo demás normales aunque también puede asociarse a otras anomalías congénitas

Diagnostico

Dado que esta malformación congénita se produce durante los primeros meses de la gestación suele ser posible su visualización en el estudio ecográfico del feto de 20 semanas, por lo que cada día es más habitual el diagnóstico de sospecha prenatal.

El diagnóstico de confirmación es fácil tras el nacimiento, observando la forma del pie hacia abajo (equino) y adentro (varo) y comprobando que por manipulación no somos capaces de obtener una posición normal.
Se necesita experiencia para distinguirlo de otras malformaciones congénitas del pie como el astrágalo vertical congénito, y de algunas deformidades de mucho mejor pronóstico como el metatarsus adductus o el pie talo.

Al nacimiento se pueden encontrar todos los grados de pie equino varo congénito, desde una deformidad mediana en la que se aprecia cierta elasticidad de los tejidos hasta una severa, en la cual los tejidos se encuentran duros y los dedos tocan el lado interno de la pierna.

El pie equino varo tiende a empeorar y se vuelve más rígido rápidamente después del nacimiento. La razón puede ser que hay una rápida síntesis de colágena en los tendones y ligamentos durante las primeras semanas de vida. Esta rápida síntesis de colágena inmediatamente antes y después del nacimiento, parece ser la causa de la gran tendencia de la deformidad a recidivar rápidamente después de la corrección en bebés prematuros y en la infancia temprana. La síntesis de colágena disminuye gradualmente hasta los cinco o seis años de edad, cuando la acumulación de colágeno en los ligamentos es muy baja.

Los factores más importantes a considerar en la determinación del grado de
severidad del pie equino varo son:

  • la reducción en el tamaño y el grado de retracción proximal de los músculos de la pantorrilla
  • la severidad del equino y varo del talón
  • la rigidez de la aducción del antepie
  • el grado de desplazamiento medial del escafoides
  • la profundidad los pliegues cutáneos en la cara posterior del tobillo y en la cara medial del pie.

Tratamiento

La meta del tratamiento es reducir o eliminar todos los componentes de la deformidad en equino varo, para que el paciente tenga un pie funcional, libre de dolor, con apariencia normal, plantígrado, con buena movilidad, sin callosidades y que no requiera de modificaciones en el calzado. No se puede
lograr un pie completamente normal y esto no debe ser la meta.

Desconocemos la etiología del pie equino varo congénito y por lo tanto, no podemos modificar la patología inherente de los ligamentos, tendones, y músculos que parecen determinar el grado de resistencia a la corrección y la posibilidad de recidiva.

La mayoría de los ortopedistas coinciden en que el tratamiento inicial del pie equino varo es no quirúrgica, y debe iniciarse en la primera semana de vida.

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Un adecuado tratamiento ortopédico, basado en una sólida comprensión de la anatomía funcional del pie y en la respuesta biológica del tejido conectivo joven, y los cambios en la dirección del cartílago y el hueso debido al estímulo mecánico pueden  gradualmente reducir o casi eliminar estas deformidades en la mayoría de los pies equino varos.

Menos del 5 por ciento de los niños con una deformidad muy severa, pies cortos, regordetes, y ligamentos rígidos que no responden al estiramiento, requieren una atención especial.

Los padres de todos los niños con pie equino varo pueden estar seguros de que su bebé, cuando es tratado por manos expertas, tendrá un pie funcional, plantígrado, de aspecto normal, que no requiere de zapatos especiales y con una movilidad bastante buena.

El bebé debe estar completamente desnudo cuando se examina, primero en posición supina y luego en posición prona, con el fin de detectar posibles anomalías en la cabeza, cuello, pecho, tronco y columna vertebral. Posteriormente se deberá realizar un examen neurológico, seguido de la
evaluación de movimiento del tronco y extremidades.

El bebé debe ser examinado para detectar posibles anomalías en el rango de movimiento de caderas y rodillas. La rigidez o limitación del movimiento en otras articulaciones diferentes a los pies, indica mal pronóstico, ya que a menudo significan formas limitadas de artrogriposis (no es una enfermedad en si misma, sino un síndrome clínico que se da con poca frecuencia. Se caracteriza por la existencia de contracturas congénitas que afectan a varias articulaciones del organismo, sobre todo de los miembros y se asocia en ocasiones a anomalías de otros órganos como corazón, pulmón o riñón). Además, el pie equino varo muy corto o muy rígido puede ser la única manifestación de artrogriposis distal. En pacientes con artrogriposis  o mielomeningocele (espina bífida), sin embargo, la deformidad es más difícil o incluso imposible de corregir satisfactoriamente. Cualquier mejoría en la alineación obtenida es rápidamente perdida después de retirar el yeso. Las recidivas ocurren aún después de extensas liberaciones del tarso. Sin embargo, la corrección parcial puede ser obtenida con manipulaciones y yesos y estás correcciones deben ser aceptadas cuando el pie sea plantígrado aunque tenga una función deficiente.  Frecuentemente este tipo de pies pueden requerir liberación quirúrgica de las articulaciones del tarso e incluso una talectomía.

La mayoría de los pies equino varos tratados quirúrgicamente se vuelven rígidos y dolorosos después de la segunda década de la vida.

Los resultados antes de finalizar la madurez esquelética no predicen el resultado funcional a largo plazo.


  • Recidiva: Independientemente del tipo de tratamiento, el pie equino varo, tiene una gran tendencia a la recidiva. Se asume erróneamente que la deformidad recurre porque no ha sido completamente corregida. De hecho, la recidiva del pie equino varo es causada por la misma patología que inició la deformidad. El pie equino varo severo rígido, con una pantorrilla pequeña, tiene una mayor tendencia a la recidiva que el pie menos severo. A menos que se ferulice, la recidiva ocurre rápidamente en prematuros, y más lentamente en forma tardía. Las recidivas son raras después de los 5 años de edad y extraordinariamente raras después de los 7 años de edad, independientemente de si la deformidad está total o parcialmente corregida. Cerca de la mitad de las recurrencias son observadas entre los 2 y los 4 meses después de descontinuar las férulas, usualmente esto ocurre por iniciativa de la familia, cuando los padres ven que el pie parece normal, el niño ya camina y ceden ante la resistencia del niño a continuar utilizando las férulas nocturnas. 

  • Método Ponseti:  El tratamiento, conocido como el método Ponseti, consiste en la realización de manipulaciones suaves hasta obtener la mejor alineación posible y mantener esta posición con el vendaje de yeso. Esta pauta se repite cada semana hasta lograr la corrección completa. Es fundamental la correcta limpieza y conservación de dichos yesos para que el bebé esté lo más cómodo posible. En general, entre 3 y 5 cambios de yeso se consigue la corrección completa de la deformidad excepto la posición en puntillas. En este punto se debe realizar una pequeña intervención: alargamiento percutáneo del tendón de Aquiles. Se realiza con anestesia local y no precisa ingreso hospitalario. Inmediatamente después se coloca un último yeso en la postura de máxima corrección, que se deja entre dos y tres semanas. Como la deformidad tiene gran tendencia a reproducirse, después de conseguida la postura normal del pie, colocamos un pequeño aparato (férula de abducción) que mantiene los pies en la postura correcta. Este aparato está formado por unas botitas giradas hacia afuera y una barra que las une. En realidad se trata de un sistema dinámico que, además de mantener la postura, favorece la corrección cuando el niño flexiona las rodillas. El aparato se coloca unos cuatro meses durante las veinticuatro horas del día (aunque se saca para el baño y para vestirlo) y después se mantiene sólo cuando el niño está dormido (siesta y de noche) hasta los cuatro años de edad. 

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  • ¿Puede dejar secuelas?: Los resultados obtenidos al final del tratamiento generalmente son buenos y el niño puede realizar todo tipo de actividades físicas sin cojera ni discapacidad. La propia malformación suele cursar con un menor tamaño del pie (en general un centímetro) y de la pantorrilla (alrededor de un centímetro más delgada). Si el niño tiene los dos pies afectos, no suele reconocerse, pero si tiene sólo deformidad en un pie, sí se percibirá una leve asimetría. Sólo en algunos casos pueden existir un primer dedo más pequeño o una pierna algo más corta, en general sin repercusión funcional.